El martes 11 estuve en el estreno para el equipo de producción de Rencor tatuado (México, 2018), thriller del gran Julián Hernández, en Cineteca Nacional. Sala llena. Repleta. Sin lugar para un alfiler descabezado.

Pero descabezados llegamos muchos. Con todo y que la maquínica productora Iliana Reyes envió nuestras invitaciones en espera de confirmación, muchos obedecimos mejor nuestra indisciplina y enviamos nada. Iliana, productores y staff consiguieron acomodarnos no obstante en la Sala 10 del complejo de exhibición de Xoco.

Con la sinceridad de siempre, Roberto Fiesco, productor y Julián, nos dieron una emotiva bienvenida al frente y pidieron a gran parte del elenco formarse bajo la pantalla. Celebraron el estreno en cartelera de un proyecto de muchos años, y nos prepararon emocionalmente para una película larga y una sala calurosa. Ninguna de estas dos condiciones fue perceptible y disfrutamos muchísimo la función, aunque es verdad que la presencia de tantos asistentes previo inicio puntual de la proyección, sin aire acondicionado activado, dejó una de esas pestilencias celebratorias de las salas llenas. A saber, muy emocionante.

Parte del estupendo elenco de Rencor tatuado.

Aparecieron los logotipos y créditos iniciales y comenzó a sonar Bangladesh song, la pieza compuesta por mi entrañable amigo Arturo Villela que grabé a piano solo como parte de la música de la película; una obra que recoge RE-bien en mi opinión, el espíritu de la cinta.1 Escúchenla (gracias Julián):

Por supuesto que no haré una crítica cinematográfica porque sería subjetiva; me derramaría en elogios amorosos. Tampoco puedo hacer una apología sobre la estética de su música; no soy Villela y si lo fuera, no tendría el menor interés en esto segundo.

Sólo tengo en mente que es bonito disfrutar una proyección así, con hermosa compañía, y que Rencor es un thriller efectivísimo. Los orígenes del guión de Malú Huajuca se remontan a los noventa2 y es dolorosamente vigente.3 Increpa de distintas formas violencias sistémicas, la falsa procuración de justicia y la trata de personas, en el país feminicida en que nací.

Mientras experimentaba Rencor me venía a la mente que la dupla Hernández - Fiesco abrió desde los años noventa la posibilidad de un cine mexicano con personajes entregados a su sexualidad, a su divergencia, a su melancólica, a su ser gay y sobre todo a su emocionalidad. Si bien lamento muchísimo que el cine mexicano carezca (violencia sistémica) de más propuestas Clasificación F, con historias de mujeres filmadas por mujeres, es claro que Rencor me arrojó a un plot point que me tomó por sorpresa; me conectó con una empatía que ya había experimentado antes en los cines del equipo de Mil nubes. Esta vez por cierto, no con personajes masculinos.4 Una experiencia cinematográfica en su mejor forma.

El fabuloso cartel de Alejandro Magallanes para _Rencor tatuado_ (2019) de Julián Hernández

No se la vayan a perder. Me cuentan. Ya está en la cartelera mexicana desde el viernes pasado. Con saña en las habituales cadenas ratoneras que viven del cine de Hollywood, y por las tardes de esta semana en Cineteca Nacional entre otras salas amigas.

Banner Rencor tatuado en Cineteca


  1. Universidad de la Comunicación / Rencor Tatuado. (s. f.). Recuperado 20 de febrero de 2020, de https://www.youtube.com/watch?v=UXzXSMR1aUg 

  2. La relación de Julián y Roberto con la música y sus compositores no tiene igual, debiera por cierto ser motivo de muchas plumas. Hay que ponerla en la mesa pronto. 

  3. Esta semana de estreno, las manifestaciones de mujeres a las puertas de múltiples diarios en la Ciudad de México visibilizó la estupidez e insensibilidad de hombres al publicar notas sobre feminicidios, y una violencia entrenada. Una aberración que es incomprensible para gobernantes. 

  4. Por cierto, estoy en una época muy intolerante con los personajes masculinos en el cine.